domingo, 14 de junio de 2015

A PROPOSITO: ELECCIONES E INVESTIDURAS

 

Nuevo objetivo

irrenunciable

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Yo también confiaba en que algo iba a variar. No soñaba con un cambio radical revolucionario acompañado por trompetas triunfales, derribando las murallas que nos separan del poder, sino que me ilusionaba, al menos, una renovación en los actores que supusiera la introducción de sus retoques personales en el guión que, a lo largo del discurrir político, empezaran a comunicar algo de frescura a las preguntas, a las discusiones, a los objetivos, y a las soluciones finales.

Pero seguimos en la tierra, no hemos conseguido el cielo, y todo sigue igual. ¡Qué aburrimiento!Y no voy a culpar a las personas contra lo habitual en este país, que propaga, aumenta, con un desbordamiento de opiniones personales sobre los protagonistas, que no es otra cosa que una monumental falacia ad hominem, para explicar los errores de los que se culpa a otros y, al mismo tiempo, enmascarar los propios.

Pero, ante lo ya irremediable, aún podemos confiar en una posibilidad de la que se ha hablado mucho pero, ciertamente, su peso programático, y como argumento electoral, no ha calado a fondo en los electores. Hablamos de la transparencia.

Ya podemos empezar con la transparencia, que será un cambio importante, y que no obligará a nadie a apearse de sus altos ideales políticos ni de todos sus criterios personales respecto a la forma de administrar.

Si conseguimos exigir, y practicar, la transparencia, y eliminar el secretismo irracional y exclusivo que practican los políticos como medio de tener “bien atados” los resortes del poder. Libertad de información, de publicación y de crítica. Que todos sepan lo que se quiere hacer, lo que se discute acerca del como hacerlo, lo que se decide, cómo se pone en práctica y cuales son los resultados.

Transparencia total.

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